domingo, 23 de diciembre de 2012

Vayejí: Las Bendiciones de la Identidad de Israel

La última porción del primer libro de la Torá termina con la muerte de José, luego de narrar el entierro de Jacob ante toda su familia, seguido por las bendiciones para sus hijos incluidos los de José. Las últimas bendiciones de Jacob abarcan rasgos y cualidades que forman la identidad de Israel.

Como hemos indicado en nuestros comentarios anteriores sobre esta porción en este blog, esas bendiciones son dadas en aras de la unidad e integración de Israel como familia y como Nación: “(...) 'Reuníos juntos',” “Juntaos vosotros, y escuchad, vosotros hijos de Jacob; y obedeced a Israel vuestro padre” (Génesis 49:1-2). En este contexto podemos entender las palabras de Jacob dando forma a la identidad de Israel.

La identidad abarca una amplia variedad de facetas, niveles y dimensiones que, siendo diversos, forman parte de la misma unidad. Nuestro más formidable desafío en la vida es integrarlos todos como una unidad armónica funcional. Jacob bendice a sus hijos con preciosos talentos y potenciales que presenta como ramas del mismo árbol. Además de ser extensiones como expresiones de la conciencia, también están contenidas unas dentro de las otras. Las bendiciones se manifiestan siempre y cuando procuremos su significado y propósito.

Necesitamos la astucia de Dan para defender la bondad de José y proteger la sabiduría de Torá en Issajar. Requerimos de la regencia de Judá hacia la Redención de Amor para guiar a Zebulún en sus travesías por el mar, y fortalecer la elocuencia de Neftalí para proclamar la disposición de Benjamín para defender la justicia, la rectitud y la libertad. Necesitamos el Amor transformador de José para que tenga éxito la regencia rectificadora de Judá con el fin de erradicar las tendencias negativas de ego como son la ira y la violencia.

También son bendiciones las directrices que corrigen el curso negativo de fantasías e ilusiones. En este sentido, cuando Jacob condena la ira y violencia de Simeón y Leví, es una bendición para el bien de ellos. Es una bendición nuestra decisión de rechazar las tendencias negativas de la conciencia, ya que elegimos lo bueno y no lo malo. Del mismo modo somos bendecidos cuando se nos recuerda respetar los derechos de otros para que a su vez ellos respeten los nuestros, como ocurrió con las palabras finales de Jacob a Rubén.

Las últimas palabras de Jacob para sus hijos contienen valores éticos como directrices para realzar y fortalecer los potenciales positivos en nuestra conciencia. La vida realmente es una vasija en la que el Creador derrama sus bendiciones. Así mismo se espera que cada nivel de conciencia las viva y las manifieste en su entorno inmediato.

Vivimos verdaderamente las bendiciones de Dios cuando integramos todos los aspectos de la vida hacia lo bueno que tienen las bendiciones. La premisa para esto es discernir, pensar, sentir, hablar y actuar en los modos y atributos de Amor, con el fin hacernos conscientes de que el Amor de Dios es la bendición. No podemos esperar ser felices, satisfechos y plenos, si Amor está ausente en nuestra vida. Amor hace la diferencia entre lo real y trascendente, y la ilusión pasajera. En este sentido Amor trasciende tiempo y espacio como la Esencia que nos da vida y sustenta nuestra identidad, más allá de la vida.

Amor es lo que somos y tenemos antes de nacer y después de morir. Amor es lo que nos mantiene vivos aquí y después de la muerte. En este conocimiento nos damos cuenta que Amor es lo que poseemos más allá del mundo material.

Alguna vez dijimos, igualando el estudio de la Torá a un acto de Amor, que quien ama todos los días le está asegurado un lugar en Mundo Venidero. Esto considerando que los modos del mundo son los modos de Amor. En un significado más profundo y en términos prácticos, mientras amemos todos los días, los modos de Amor se vuelven nuestros modos que también lo serán después de morir. De ahí que Amor sea lo único que permanece en nosotros al dejar el mundo material.

Entre más amemos cada día, más seguiremos amando en los días que seguirán a nuestra muerte. Esto es con el fin de reconocer y abrazar Amor como nuestra Esencia y verdadera identidad, tanto aquí en el mundo material como más allá de este. Es así como entendemos la trascendencia de Amor. Algunos la comparan con la del alma, ya que ambos existen más allá de las limitaciones de tiempo y espacio.

La lección en este punto es hacernos conscientes en cada momento que Amor es nuestra verdadera identidad ahora y después. Esta identidad es el cimiento fundamental de todas las bendiciones, incluyendo las de Jacob para sus hijos. Todo lo que somos y podemos ser con las bendiciones que somos, lo manifestamos siempre y cuando las impregnemos con los modos y atributos de Amor, que son los medios para manifestar los caminos del Creador, como nos lo enseña Él en su Torá.

El Rey David nos lo recuerda en sus últimas palabras al bendecir a su hijo y heredero, Salomón: “(...) que el Eterno cumpla Su palabra que Él habló concerniente a mí, diciendo: 'Si tus hijos cuidan su camino, caminando ante Mí en [con la] verdad, con todo su corazón y toda su alma, ellos no te fallarán', dijo Él, [como si fuera] un hombre en el trono de Israel” (I Reyes 2:4).

Este es el camino donde encontramos nuestra Esencia y verdadera identidad. Debemos entender que Amor es el camino donde nos encontramos a nosotros mismos, y también el medio para encontrar a nuestro Creador. Porque su Amor es la Verdad en la que andamos con nuestro propio Amor.

Del Prefacio del Libro

¿Por qué el Amor de Dios, como nuestro Creador, fue escondido por tanto tiempo? Nuestros Sabios místicos hebreos creen que fue ocultado por Sí Mismo para que nosotros lo busquemos, lo encontremos y lo revelemos. Pero, ¿por qué quisiera esconderse como en un juego de niños? No. Nosotros lo escondimos. Fuimos nosotros quienes no quisimos reconocer el Amor de Dios como nuestro Creador.(...) Reexaminemos nuestra memoria ancestral, intelecto, sentimientos, emociones y pasiones. Hagamos que despierten a nuestra verdadera Esencia, captemos la exquisita conciencia del Amor de Dios. La manera en la que está escrito este libro procura reafirmar y reiterar su propósito, por lo tanto presenta su mensaje y contenido en forma reiterativa. Esa es su meta para reinstaurar esta Verdad originalmente proclamada en nuestras Sagradas Escrituras, por nuestros Profetas y Sabios. Nuestro propósito es entronizar el Amor de Dios como nuestra Esencia y verdadera identidad en todas las dimensiones de la conciencia, para así cumplir Su Promesa de que Él habite entre nosotros para siempre.